Entendamos lo que pasa en el PLD


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EL AUTOR es dirigente del PLD. Reside en Santo Domingo.
Resulta innegable que el Partido de la LiberaciĆ³n Dominicana ya no es lo que solĆ­a ser. A lo largo de los Ćŗltimos 20 aƱos, tanto interno como externamente, se ha producido una serie de cambios que han devenido en una profunda crisis de la organizaciĆ³n fundada en 1973 por el profesor Juan Bosch.

Hace apenas unos dƭas, dirigiƩndome a un grupo de compaƱeros, seƱalƩ que esa crisis se expresa hoy en tres dimensiones.
La primera es una crisis orgĆ”nica, originada por los conflictos internos, producto de las ambiciones de poder de sus dirigentes, generando divisiones profundas que parecen irreconciliables, con una direcciĆ³n que ha perdido la capacidad de arbitrar los procesos internos de la organizaciĆ³n. Hoy se discute mĆ”s en el PLD los problemas de los dirigentes y no los problemas de la gente. La mayorĆ­a de las bases del partido se encuentra frustrada, en un contexto en donde hay dirigentes pero no direcciĆ³n.
La segunda es una crisis moral, originada por el predominio de los intereses personales por encima de los del partido, convirtiĆ©ndose estos intereses en la razĆ³n de la lucha polĆ­tica. Esta situaciĆ³n ha conducido a una adulteraciĆ³n de la democracia interna para favorecer a todo aquel que pueda ofrecer dinero a cambio de favores polĆ­ticos. Hoy se sabe que no hay ninguna garantĆ­a de asegurar resultados democrĆ”ticos a la hora de tomar decisiones si las mismas se dejan en mano de las actuales estructuras del partido. Hablamos de una degeneraciĆ³n moral.
Tan importante como las dos anteriores, existe tambiĆ©n una crisis ideolĆ³gica. Si bien es cierto que nuestro partido se define como una organizaciĆ³n progresista, popular y moderna, hoy no tenemos claro quĆ© somos ideolĆ³gicamente.
Hay inclusive analistas que nos ubican en la derecha polĆ­tica, lo que resulta lastimoso porque Juan Bosch, fundador de nuestro partido, siempre fue un hombre de izquierda y en ese terreno colocĆ³ al PLD.
Muchos dirigentes de nuestro partido han reducido el ejercicio de la polĆ­tica a un proyecto de Poder pero sin tener claro un proyecto de Sociedad. En aras del Poder hemos terminado justificando lo que sea, se ha caĆ­do en el cinismo, el partido ha devenido en una aglomeraciĆ³n de personas sin preparaciĆ³n polĆ­tica e ideolĆ³gica, que se mueven por un empleo en el gobierno. Se les ha dicho adiĆ³s a las ideas polĆ­ticas.
Enfrentar la crisis por la que atraviesa el PLD no es tarea fĆ”cil. Pasa por superar la creencia de que “yo o que entre el mar” y aceptar el criterio de que el PLD no puede ser convertido en un instrumento al servicio de nadie en particular. A partir de ahĆ­ estaremos en condiciones de abordar la crisis orgĆ”nica, la crisis moral y la crisis ideolĆ³gica que hoy abate al PLD.

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