El historiador RamĆ³n Font Bernard, que fue del cĆrculo Ćntimo del dictador Rafael LeĆ³nidas Trujillo Molina y del presidente JoaquĆn Balaguer, ofrece datos pocos conocidos sobre el tirano y hace la advertencia que sobre este hay muchas historias inventadas. “Yo sigo creyendo que todavĆa no se ha determinado quiĆ©n fue Trujillo”, explica el fallecido intelectual al periodista DomĆnguez Moreno de la Revista Cambio, en una amplia entrevista difundida el 26 de mayo de 2006.
Niega la versiĆ³n de algunos autores de que Trujillo fue una creaciĆ³n de la ocupaciĆ³n norteamericana de 1916 a 1924. Y explica que “los documentos muestran que no, porque los americanos instalaron una escuela militar para jĆ³venes dominicanos y Trujillo se graduĆ³ en 1922 en el lugar 14, nada brillante”.
Contrario a Font, libros y documentales, como el “Poder del Jefe” del periodista RenĆ© Fortunato, afirman que el tirano fue un estudiante sobresaliente en la academia militar de Haina, San CristĆ³bal. “Pero lo fascinante es cĆ³mo fue que desde 1922 al 1930 una persona que no es brillante, un oficial subalterno, se hace general y jefe del EjĆ©rcito, ahĆ queda un vacĆo que no se ha explicado por muchas razones. No hay documentaciĆ³n de su juventud”, indica Bernard. AƱade que hay “una sospecha legĆtima” que cuando Trujillo era general, en 1929, incendiĆ³ el Palacio de Justicia para quemar todos los documentos o evidencias sobre su pasado delincuencial.
De delincuente a presidente
Font considera que todavĆa es inexplicable que un personaje con una juventud tumultuosa, delincuencial, ya en 1930, con 39 aƱos, es muy rico y luego presidente de la RepĆŗblica y en una secuencia de hechos el paĆs se le inclina ante sus pies. En esa secuencia, aƱade Font, Trujillo tumba el gobierno de Horacio VĆ”squez y todos los intelectuales lo siguen: le cambian el nombre de Santo Domingo por Ciudad Trujillo y lo llegan a proponer como Premio Nobel de la Paz.
Por si fuera poco, a su primera dama, doƱa MarĆa MartĆnez, que segĆŗn Bernard era analfabeta, la proponen como Premio Nobel de Literatura, por un libro que escribiĆ³ su secretario JosĆ© Almoina. “Pero eso lo propone la alta sociedad, una sociedad genuflexa”, critica Bernard. La cĆŗpula intelectual trujillista simulĆ³ o hizo el teatro de que MarĆa MartĆnez era una destacada escritora y que el libro de Almoina era de su autorĆa. Los organizadores del Premio Nobel no tomaron en cuenta la propuesta de RepĆŗblica Dominicana.
HaitĆ humilla a RD
La historiadora Emilia Pereira explica, en un reportaje en el Diario Libre, que el 22 de diciembre de 1935, el comitƩ dominicano de la Corte de Arbitraje de La Habana dio su voto para que Trujillo y el presidente haitiano Stenio Vincent recibieran el Premio Nobel de la Paz en 1936.
La carta solicitando la premiaciĆ³n (del 4 de diciembre de 1935) y la firma el doctor GarcĆa Mella, secretario de Relaciones Exteriores de RD. PresentĆ³ un boceto biogrĆ”fico de Trujillo y alegaba que habĆa entrado “en el dominio de la Historia de la Humanidad”. Vincent entra en el teatro de la candidatura porque, junto a su buen amigo Trujillo, concluyĆ³ el 27 de febrero de ese aƱo (1935) el pacto fronterizo que puso fin a un viejo conflicto que obstaculizaba el trazado de las lĆneas fronterizas correspondiente al “Tratado de 1929”.
El ensayista Manuel NĆŗƱez ha escrito que el tratado de 1929 (que ratifican Trujillo y Vincent) fue para los dominicanos “la primera gran derrota”, luego de que se les cedieran a los haitianos los territorios de Capotillo, Hincha (ahĆ naciĆ³ el general Pedro Santana), Las Caobas, San Miguel de la Atalaya y Rancho Mateo.
Matanza de haitianos
“El 22 de enero de 1929, los dominicanos se despertaron con un territorio brutalmente amputado. Habiendo llegado al siglo XX, con mĆ”s de 53,000 km², tras refrendar el Tratado de 1929 para ponerle punto final a una situaciĆ³n absolutamente inaceptable para la soberanĆa nacional, quedamos confinados en unas fronteras imprecisas que, en ese momento, rondaba los 49,000km²”, subrayĆ³ NĆŗƱez.
Emilia Pereira dijo que de acuerdo a Fabio Herrera-MiniƱo, ese convenio suscrito por Trujillo, “aprobando el despojo definitivo del territorio, quedĆ³ como una espina en el cerebro del dictador dominicano, quien por los roces fronterizos en la zona de DajabĆ³n, en octubre de 1937, ordenĆ³ el exterminio, con el uso de machetes y cuchillos, de miles de haitianos residentes en la LĆnea Noroeste”.
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