MĆ”s de 24 horas despuĆ©s del ataque a tiros que ha dejado malherido al exastro dominicano del bĆ©isbol de Grandes Ligas, David Ortiz, la policĆa dominicana aĆŗn no tiene certeza del motivo de este suceso, no ha identificado al hombre que halĆ³ del gatillo, ni ha informado de pistas ni el rumbo seguido por las investigaciones.
SĆ³lo hermetismo. O el uso excesivo de un clichĆ©, con el que siempre se “avanza”, pero no aparece nada.
Apenas se sabe del nombre del individuo que tiene bajo custodia, Eddy Vladimir Feliz GarcĆa, un presunto cĆ³mplice del atentado, que llegĆ³ a sus manos por la ira del pĆŗblico que lo atrapĆ³ y atacĆ³ sin piedad, dejĆ”ndolo en mal estado, con rostro y cuerpo ensangrentado.
Ortiz recibiĆ³ un disparo de corta distancia, por la espalda, con orificio de salida, y se presume que ese proyectil alcanzĆ³, en su trayectoria, la pierna derecha del comunicador Jhoel LĆ³pez, con quien compartĆa en el lugar.
A las 6:25 de la tarde de ayer lunes, Ortiz fue trasladado desde Santo Domingo a Boston, donde llegĆ³ anoche en un aviĆ³n ambulancia enviado por los Medias Rojas, para ser sometido hoy a otra fase de cuidados mĆ©dicos en el Massachusetts General Hospital.
El intento de asesinato de Ortiz, una figura reverenciada en el Estado de Massachusetts, ocurriĆ³ en un club de la avenida Presidente VĆ”zquez, en Santo Domingo Este.
Un equipo de cirujanos, dirigido por el doctor Ćngel GonzĆ”lez, operĆ³ a Ortiz durante seis horas y le extrajo parte de sus intestinos y colon, asĆ como su vesĆcula biliar. El exbeisbolista, ademĆ”s, sufriĆ³ daƱo hepĆ”tico.
En medio de un mar de gestos de solidaridad y oraciones por la vida de Ortiz, fluyendo sin cesar, simultĆ”neamente, con todo tipo de conjeturas y especulaciones en las redes sociales, muchos han recurrido a lo imaginativo y especulativo en extremo, mientras el paĆs ha relegado sus temas cruciales de actualidad, volcando su atenciĆ³n y fijando sus ojos hacia el ente policial, en un reclamo de acciĆ³n rĆ”pida y concluyente sobre este caso.
Pero mientras el tiempo avanza hoy hacia 48 horas desde que ocurriĆ³ este atentado criminal contra la vida del afamado superestrella, retirado del bĆ©isbol de ligas mayores, sin ningĆŗn avance del ente de investigaciĆ³n policial, la comunidad sigue atrapada en un lastimoso trance de inseguridad que cobra fuerza y altera su vida, con sus riesgos de daƱos emocionales.
Tres asuntos cruciales
Por el momento, el asunto tiene al grueso de la poblaciĆ³n concentrado en tres cuestiones clave, pendiente de la pesquisa policial: Las causas del atentado a la vida de Ortiz, identidad del gatillero y, si la policĆa establece oficialmente que se trata de un caso de sicariato, entonces la bĆŗsqueda deberĆa ir mĆ”s allĆ” del sujeto que disparĆ³ a matar, y poner el foco hacia la figura funesta que estarĆa detrĆ”s de la sombra: el autor intelectual.
Leo LĆ³pez, el asistente de prensa de David OrtĆz, estĆ” convencido de que el ataque fue “un acto de sicariato”, una posibilidad que cobra fuerza para Ć©l por el hecho de que no hay indicios de robo o intento de asalto, y que la intenciĆ³n era su asesinato. Testigos aseguran haber visto minutos antes a los atacantes hablando con otras dos personas en un automĆ³vil. Luego, dos hombres, a bordo de una motocicleta, atacaron a Ortiz.
Los testimonios de afecto y solidaridad para David Ortiz llegan desde todos los sectores y Ɣmbitos nacionales y continentales. Desde Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, hasta el famoso exponente urbano Daddy Yankee.
En el paĆs, lo visitaron en la clĆnica Abel GonzĆ”lez, Vitelio MejĆa, presidente de la Liga Dominicana de BĆ©isbol, que dijo estar apenado por lo ocurrido. Julio Lugo, exjugador de Los Medias Rojas, declarĆ³ sentir “una pena muy grande” por todo lo ocurrido al Big Papi.
Sepa mƔs
Concepto.
Sicariato es el nombre usado para describir un tipo de homicidio cualificado(asesinato), y agravado por el cobro de una remuneraciĆ³n econĆ³mica a cambio de dar el servicio de matar a otra persona.
Secuelas
Mientras Ortiz se recupera, la comunidad sigue atrapada en un lastimoso trance de inseguridad que cobra fuerza y altera su vida, con sus riesgos de daƱos emocionales.
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