POR MILCIADES ENCARNACION
En RepĆŗblica Dominicana o al menos, muchos de los que prueban y se quedan masticando, el ejercicio del mando del Estado parecen no querer salir nunca de las eras dinosĆ”uricas del caudillaje, fuente de innumerables traumas polĆticos y frecuentes e histĆ³ricos vacĆos de poder.
En el aƱo 1996, la propuesta hecha por el partido de la liberacion dominicana, parecĆa convencer a la gente de que sino era Balaguer habia que probar con el PLD y Leonel, hoy todos nos arrepentimos, al ver un cambio de norte y de odjetivos, ya que se mira distinto desde el poder hacia abajo.
Basta que uno de estos irreemplazables deje el escenario-o lo obliguen a dejarlo-inmediatamente se encenderĆ”n los agrios volcanes de la ingobernabilidad y al unĆsono, el tufo del caos envuelve el devenir.
La historia dominicana cuenta con un prontuario que no puede desmentir esa realidad siempre recurrente, mantenida siempre en vigencia por intereses que sĆ³lo son capaces de tomarse en cuenta a sĆ mismos.
Es el caso de las luchas intestinas entre estos dos colosos de la opulencia,la perpetuidad y el desastre, herederos no de su mentor sino de su idolo Joaquin Balaguer, y ya desde muchos aƱos atras, dejaron las enseƱanzas del profesor Juan Bosch atras, en el baul del olvido, multimillonarios todos y sin querer dejar la vaca del estado.
DespuĆ©s de ahĆ sobrevendrĆ” el Apocalipsis, si se les fuera a creer.
El hombre imprescindible, el genio polĆtico, lo mĆ”s grande que ha visto la naciĆ³n cubren el paisaje nacional como una fatalidad inatacable, lo peor de todo es que esas practicas se dan en las juntas deportivas, los clubes de madres, juntas de vecinos, cooperativas de toda clase,en fin nadie quiere dar paso a otro cuando cumple su periodo, para el cual fue elegido.
La imprescindibilidad con carƔcter de urgencia de los hombres de poder ha logrado un efecto amnƩsico, anestesiante en la mentalidad de muchos dominicanos, los que nos hemos convertido en espectadores del desgarre de la patria, empeƱando los machetes por pericos y faldas, sin voluntad y sin esperanza.
Todos saben que esa es una burda ilusiĆ³n y que a nadie le ha sido concedida la inmortalidad polĆtica.
Uno de los condicionantes inmediatos del quietismo y la inmovilidad polĆtica que emerge de aquellas intenciones de perpetuidad inĆŗtil se relaciona con el temor.
Hay miedo al carcelazo posterior al ejercicio del poder, hay, transitƔndose ya los senderos del conservadurismo mƔs tenaz, temores al cambio.
Sobresale, alienada, la idea de que nadie lo va a hacer mejor que el caudillo impuesto inexorablemente por la lava propagandĆstica altamente costosa, anexada al proyecto continuista mediante el uso irreflexivo y abusivo de las arcas del pueblo que vienen a ser las mismas del Estado.
Parece que este es el momento en el que, a partir de recientes pronunciamientos expresamente ambiguos extendidos por leguleyos e intelectuales defensores del continuismo, en el que se tensan las cuerdas de una repostulaciĆ³n de consecuencias imprevisibles, mantenida la tesis de que el salvador de la humanidad, aposentado, para nuestro privilegio, en la RepĆŗblica Dominicana, merece un perĆodo mĆ”s en el poder.
De lo contrario, nuestro fin, de carĆ”cter armagedĆ³nico, estarĆa por llegar en cualquier momento.
Claramente no es asĆ. Se trata de un globo inflamado de una carga polĆticamente letal ya que no hay ser humano sobre la tierra que se pudiera considerar perennemente imprescindible.
Menos aĆŗn cuando hay tanto lastre, tanta sociedad viciada, tanto camino por recorrer, tanta irregularidad en el ejercicio del poder, tanta miseria material y espiritual.
No se han resuelto los problemas medulares de los dominicanos y no hay tampoco conciencia ni voluntad ni la mĆ”s mĆnima intenciĆ³n de darle inicio a sus tĆ©rminos en los prĆ³ximos aƱos.
De que hay prosperidad ¿quiĆ©n lo duda? SĆ³lo hay que observar cuĆ”nto han progresado muchos que ya no se acuerdan del barrio a donde vivieron, del campo de donde surgieron, de la miseria que sufrieron.
Hablan otro lenguaje: el del poder aplastante, indiferente, convertido en circo de ganancias extraordinarias pero ya sin ofrecer el mĆ”s mĆnimo espectĆ”culo apreciable.
DE DONDE VIENE EL CAUDILLISMO AMĆRICA LATINA
El caudillismo fue un fenĆ³meno polĆtico prĆ”cticamente universal en AmĆ©rica Latina, cuya emergencia se produjo a partir de los procesos revolucionarios que se desarrollaron en la regiĆ³n contra el dominio colonial espaƱol. A pesar de que algunos caudillos defendieron los intereses nacionales.
El largo perĆodo del decurso histĆ³rico nacional comprendido entre 1844 y 1931 fue dominado por el caudillismo.
En este lapso se pueden deslindar dos grandes etapas. La primera comprende el perĆodo entre 1865 1886, en la cual se definieron los rasgos bĆ”sicos del caudillismo dominicano.
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