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lunes, 16 de diciembre de 2019

Las lecciones de la prueba PISA


Las lecciones de la prueba PISA

Leonel FernĂĄndez
Santo Domingo, RD
La sociedad dominicana ha sido estremecida con la reciente publicaciĂłn de los resultados de la Ășltima prueba del Programa Internacional para la EvaluaciĂłn de Estudiantes, mejor conocido como Informe PISA, realizado durante el segundo semestre del 2018.

En esa evaluación, los estudiantes dominicanos empeoraron su condición académica en relación a los resultados obtenidos en la anterior prueba PISA, llevada a cabo tres años atrås, en el 2015.
En ambos casos, los resultados fueron pavorosos. La RepĂșblica Dominicana aparecĂ­a en los Ășltimos lugares de 77 paĂ­ses participantes en las tres ĂĄreas sujetas a evaluaciĂłn, esto es, lectura comprensiva, matemĂĄticas y ciencias.
En el åmbito nacional, dichos resultados concitaban la atención debido, principalmente, a que se consideraba que como consecuencia de la aplicación del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación, esta, al cabo de 7 años, experimentaría un cambio considerable hacia la mejoría de su calidad.
Lo que los resultados de la prueba PISA ponen en evidencia es que no ha sido asĂ­. La idea de un 4% del PIB para la educaciĂłn fue enarbolada por la generalidad de los sectores sociales de la RepĂșblica Dominicana, ya que se consideraba entonces que con el mero incremento de ese porcentaje de inversiĂłn en educaciĂłn, se producirĂ­a, en forma automĂĄtica, un mejor desempeño en la relaciĂłn enseñanza aprendizaje de los estudiantes dominicanos.
La inversiĂłn en educaciĂłn en nuestro paĂ­s venĂ­a creciendo de manera gradual.
En el año 2004, el presupuesto en el årea educativa era de 11 mil millones de pesos, equivalente al 1.5% del PIB. Ocho años después, en el 2012, era de 58 mil millones de pesos, lo que equivalía a un aumento presupuestario de 500% en ese periodo. Eso, a su vez, representaba el 2.8% del PIB.
A pesar de que en el sistema educativo nacional se habĂ­an presentado varios planes decenales de educaciĂłn, la solicitud del 4% del PIB a la educaciĂłn, o 16% del presupuesto, prevista en la Ley 66-97, no dispuso de un plan estratĂ©gico claro de hacia donde se encauzarĂ­a la educaciĂłn en la RepĂșblica Dominicana.
Con los nuevos recursos se procediĂł a la construcciĂłn de escuelas, a la ampliaciĂłn del programa de alimentaciĂłn escolar, a la creaciĂłn de estancias infantiles y a la implementaciĂłn de la tanda extendida.
No cabe dudas de que todo eso ha sido valioso y ha respondido, ademĂĄs, a necesidades y carencias del sistema escolar nacional.
Sin embargo, lo que ha estado ausente en ese proceso es una política educativa orientada hacia la creación de nuevos contenidos curriculares y aplicación de técnicas pedagógicas que conduzcan al desarrollo de competencias cognitivas susceptibles de ser aplicadas en la solución de problemas en la vida diaria.
Dos modelos educativos Los sistemas educativos, a nivel mundial, estĂĄn estrechamente relacionados con las necesidades y el avance socio-econĂłmico de los pueblos.
Durante el siglo XX, el modelo educativo predominante fue organizado con la finalidad de crear las competencias requeridas en los ciudadanos para su incorporaciĂłn al mundo industrial.
Durante las Ășltimas dĂ©cadas, sin embargo, ha habido un proceso de transiciĂłn hacia otro mĂĄs proclive a lo que en la actualidad se identifica como la sociedad del conocimiento.
En el primer modelo, o enfoque tradicional, la educaciĂłn estaba centrada en el maestro. En el nuevo sistema, por el contrario, la instrucciĂłn estĂĄ enfocada en el estudiante.
En el viejo modelo industrial, los métodos de enseñanza se concentraban en la difusión del conocimiento en forma de instrucción directa.
Los estudiantes, de esa manera, se convertĂ­an en meros receptores pasivos de la informaciĂłn.
En el manejo del contenido educativo, en el viejo sistema predominaba la memorizaciĂłn de los hechos y la nociĂłn de verdad absoluta.
El maestro, en ese sentido, era considerado infalible.
Las distintas asignaturas eran abordadas de manera individual y en forma independiente.
No se establecĂ­a ninguna relaciĂłn entre las distintas disciplinas.
En el nuevo modelo de sociedad del conocimiento, el objetivo principal de la educaciĂłn consiste en lograr que los estudiantes puedan aplicar los conocimientos y habilidades adquiridos.
En el nuevo enfoque, los estudiantes estån agrupados de forma dinåmica, en aulas abiertas. Se crean diferentes grupos al día, de distintas edades, en base al interés o habilidades demostrados en cada tema.
En los métodos de enseñanza se hace hincapié en actividades de índole pråctica; la realización de descubrimientos por los propios estudiantes; y la promoción de capacidad para trabajar en equipo.
En la sociedad del conocimiento, los temas son abordados de manera interdisciplinaria; y la enseñanza estå basada en la realización de proyectos, utilizando recursos audiovisuales, bases electrónicas de datos y textos digitales.
El futuro de la educaciĂłn
Uno de los problemas que enfrenta la educaciĂłn en un paĂ­s como la RepĂșblica Dominicana es que aun sin haber sido eficiente en el viejo modelo de la sociedad industrial, tiene, sin embargo, que realizar el trĂĄnsito hacia el nuevo modelo de la sociedad del conocimiento.
La importancia de la prueba de PISA no radica en que los jóvenes estudiantes de un país determinado hayan tenido mayor o menor puntuación, sino que permite establecer comparaciones, a nivel global, de la necesidad de desarrollar competencias båsicas, de lectura comprensiva, para descifrar el significado de lo escrito; de desarrollo del pensamiento abstracto, a través de las matemåticas; y del descubrimiento de su entorno físico y social por medio de la ciencia.
En base a esas comparaciones se puede establecer si se necesita o no hacer reformas en el sistema educativo; y en el caso de que tengan que realizarse, cuĂĄles referencias internacionales existen de buenas prĂĄcticas.
En el åmbito nacional, ademås de las åreas mencionadas de lectura comprensiva, matemåticas y ciencia, se hace imprescindible promover el dominio de nuestra lengua materna, el aprendizaje del inglés y otras lenguas extranjeras; fomentar el conocimiento de las ciencias sociales; de las humanidades; de las artes; y de valores cívicos.
Para tener ciudadanos competentes en la sociedad del conocimiento, la educaciĂłn dominicana estĂĄ en la necesidad de estimular el desarrollo del pensamiento crĂ­tico y la capacidad de resoluciĂłn de problemas.
Tiene que incentivar la creatividad y la innovaciĂłn; el trabajo en equipo; el desarrollo de capacidades de liderazgo; alfabetizaciĂłn digital; y anĂĄlisis crĂ­tico de medios.
De igual manera, es imprescindible desarrollar una conciencia ambiental; una comprensión de lo global; sentido de profesionalidad; y caråcter ético en las relaciones humanas.
Deberå predominar un concepto de educación permanente a lo largo de la vida; y de asimilación de técnicas que permitan el auto aprendizaje.
En el futuro, la RepĂșblica Dominicana requerirĂĄ que se invierta aĂșn mĂĄs del 4% del PIB en educaciĂłn. Pero, para que eso resulte en una educaciĂłn de calidad, serĂĄ importante determinar la cantidad de esos recursos que lleguen especĂ­ficamente al aula, que es el espacio en el que verdaderamente se produce la transformaciĂłn social.
En ese contexto, el maestro dominicano del siglo XXI serĂĄ un profesional calificado. SerĂĄ un lĂ­der que incentiva conocimientos.
SerĂĄ una fuente de inspiraciĂłn, un constructor de la naciĂłn y un reformador social.

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