EL POLITICO EN KATANA, LA DIOSA HERMOSA DEL BEJUCAL, CUENTO DE JOSÉ DE ROSAMANTES




                                                                         Por Ramón Núñez Hernández

  José de Rosamantes es José Roberto Fernández Ramírez. Nació en Barahona en 1952. Es poeta, narrador, ensayista y maestro. Un aficionado de las letras y cultivador de la lengua. Autor de varias obras que abarcan diversos géneros literarios como son: Rapsodia en espiral (poesías 1994), Amor de tomo a lomo (poesías 1996), Pablo Neruda, un poeta de dimensiones universales (ensayos, 1996), Currículum Vitae (poesías 2002), Los fantasmas andan sueltos (cuentos 2005), Cuentos de desnudez (2006), El destino está marcado (novela 2007), Cuentos para contarlos al descontado (cuentos 2007) y Barahona en las letras nacionales (ensayos, 2007).

   Luego de una pausa de cuatro años sin publicar dio a la luz, El amor se fue de viaje (2011), y cinco años más, Biografía sentimental de Arcadio Fernández (2016), con las que suman tres novelas, producción que inició con El destino está marcado. Los otros volúmenes son poesías, ensayos literarios y cuentos.
   Su lenguaje es crudo, la acción y ambiente está cargado de erotismo cayendo hasta en la pornografía. En la novela El destino está marcado, aborda el tema de la impotencia sexual, sexo precoz, causando fracaso con la pareja; en la segunda, fracaso en el amor, y en la última, trata el tema biográfico, sicológico, temática que está presente en todas sus novelas, poesías y cuentos, al igual que el sexo practicado de manera promiscua, muy a lo moderno y el ambiente geográfico barahonero, simbolizada en Monteadentro. 
   No obstante, el comentario traído al público lector se fundamenta, en particular, en el relato titulado “Katana, la diosa hermosa del Bejucal”, tercero de la colección de cuentos Los fantasmas andan sueltos. 
A José Roberto Fernández Ramírez, que es su nombre de pila, lo conocí en 1999, en las aulas del Centro Regional Curso-Barahona, época en que comencé a viajar a ese pueblo, y el motivo era mi trabajo de docencia, no recuerdo ahora el día, pero creo que el mes fue enero. En cambio, estoy seguro de que el lugar de nuestro primer encuentro fue el Centro Regional Curso – Barahona de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). 
   En José Roberto, sus aportes y sus modales describían por sí solo su temperamento polémico para quien busca enfrentarlo y dulce y cordial para quien lo trata como tal, un cultor de la palabra. Una persona normal dedicada a su trabajo de la docencia, la lectura, la escritura y la investigación, y que vive por la literatura y para el cultivo del arte de la palabra escrita. El es un hombre de apariencia dura, voz fuerte y templada, que no constriñe palabras sin importar las consecuencias futuras. Tiene voz de locutor porque también es locutor. La teoría impresa en su escritura en verso, como Currículum poético vitae, donde predomina la temática de su pasión sexual o la belleza femenina con recaída, a veces muy cargada de erotismo, y ahora, esta última entrega cuentística, lo delatan. 
   Su dedicatoria es mordaz, y el prólogo agresivo, cargado de términos ofensivos, sus palabras abren heridas muy poco curables con el tiempo, y que los treinta y cuatro relatos del libro sólo contribuyen a profundizar y ensanchar la grieta. Aunque, por cierto, tiene razón; pero la verdad es amarga y el que la produce puede costarle caro, debido a la ignorancia de lectura y moralismo trasnochado en la masa que los consume, muy en particular, para los cristianos fanáticos, rezagados y ausentes de cerebros reformadores, transformistas. Pues no entienden que ese es su estilo escritural. Un estilo muy personal. Véase algunos ejemplos:  
“Para los crueles enemigos de la lectura, porque por ellos existe la ignorancia”.
“Con mucho amor, para los que viven entre la educación y el analfabetismo. Porque por ellos existe la ignorancia”.
                                                                                 Ver página dedicatoria. 

“Los maestros, casi en su totalidad son enemigos de los libros. Ahí estriba la deficiencia que se evidencia en las aulas.  En las casas. En las reuniones. En la calle. En el parque. En los juicios que se emiten en torno a equis fenómenos. En el apego enfermizo a la superstición. Al juego de azar. Al destino. En fin, falta de alimento al cerebro… Dame mi libro. Regálame el mío. Pocos se animan a comprarlo. Cuando vengo a ver, se me queda la satisfacción de ser uno de los pocos profesores que producen intelectualmente”. 
“Hace muchos años que soy cuentista. Ahora me destapo ante el mundo con mi ensarte de cuentos novelados. Con esto estoy mostrando que en Literatura hago lo que me da la gana”. (Pág. 8).  (Prólogo) 
“Los políticos mediocres” (Pág. 14). 
“Los patronos también hacen animales de carga a los obreros. Los toman de orígenes. Sin embargo, a sus perros los tratan como niños”. (P. 16). 
   Faltaría, entonces, inventariar esos conceptos feroces plasmados en los cuentos y su efecto que puedan producir en el lector o personas agraviadas. No obstante, podríamos decir que Los fantasmas andan sueltos es, como afirma Víctor Cuello en la portada, un “retrato preciso, acaso fantasmagórico, de vivencias, tipos y caracteres inscritos en el contexto del sur dominicano íntimo del narrador. Las audacias verbales y otros aspectos del tratamiento formal revelan un estilo distinto en nuestra tradición cuentística, muestrario de una nueva visión estética enriquecedora de la experiencia narrática nacional”. 
   El mismo autor lo ratifica en el prólogo, cuando dice. “Todos mis cuentos están impregnados por la textura de nuestras propias vidas. Son trozos vivos de la realidad palpitante. Los he concebido y contextualizado en dos espacios disímiles en sus caracteres: Lo real y lo citadino. Dos segmentos de la línea imaginaria de la vida, en los que me he venido moviendo yo”. Por otra parte, Nan Chevalier, además de ubicar los cuentos en el escenario geográfico, que es el sur profundo: La Ciénaga, El Bejucal o Bujucar, La Sierra convertida en Pelaral, dice: “no exagero cuando afirmo que José Rosamantes vive por y para la literatura, es un ser, podríamos decir, hecho de palabras, su propia oralidad incluso siempre crea mundos de ficción” (P.11). 
   Los fantasmas andan sueltos son un reflejo fiel del pensar de su autor. Es como decir, aquí estoy yo en carne y hueso, esta mi vivencia fragmentada. Esta es mi flechazo contra la vagancia de los seudoprofesionales y los que tiran piedras a la mata que da frutos. Cuentos escritos con sencillez y claridad, con párrafos cortos, oraciones breves y simples. El uso del lenguaje ordinario. Sin ninguna recurrencia a frases complejas, como los coordinantes y los subordinantes, cultismo. Creo que a veces, el autor abusa de las oraciones unimembres, con del sintagma y temas sacados de la cotidianidad, temas vividos. No hay diálogos, apenas en el relato titulado: “El último diálogo bajo la lluvia” utiliza esta modalidad de expresión. En los otros cuentos, la forma narrativa y descriptiva parecen fundirse en una sola estructura, conduciendo de esta manera a la creación de una escritura viva, dinámica y jocosa. El escribe lo que siente y como lo siente, sin tabúes, sin adornos, todo un mundanal de experiencias y vivencias enfocada desde el realismo sucio, corriente artística que da inicio al nuevo milenio, en el año 2000. 
   Pues no es innegable la intensidad humorística impregnada en cada contexto. Además de algunas voraces metáforas y otros recursos estilísticos usados no con fines de retorcer las ideas o con juegos de palabras y figuras culteranas con el único propósito de humillar al sujeto lector como preferían  los surrealistas de Andrés Bretón, como también promovía Ortega y Gasset, en la Deshumanización del arte (1925), donde el poeta analiza la innovadora estética de la época y que sirvió de fuente de donde bebieron las nuevas tendencias literarias de moda del momento, los jóvenes poetas, sino para enriquecer el ritmo-sentido de la escritura-ficción. Es notorio también, términos pocos usuales en la lengua estándar, aunque si, muy recurrente en boca de su autor cuando trabaja en contextos relacionados con el arte literario. Estos son: ejercicio lectural; textos narráticos; producto escritorial; manejo lengual; unidades linguales (Véase prólogo).
La añoranza se activa en el recuerdo de un pasado hermoso, de una vida feliz y rica en abundancia, pero que ahora solamente abunda la tristeza, es el tema central de algunos relatos. Así también, como personalidades memorables, familias dignas y trabajadoras, hermosas féminas de cuerpo criminal, sus padres y parientes, amigos y amigas, junto a algunas historietas hilvanadas con animales y aves. No hay creencias supersticiosas, chismes y mitos legendarios de ese entorno espacial, el sur profundo: Bejucal, Pelaral, La Ciénaga, Calle Las Delicias y otros lugares que nos transmiten páginas y renazca los años mozos del sujeto narrador con su doble personalidad: la de enseñar, y la del poeta-escritor, de pluma picante que dice: “Ahora me destapo ante el mundo con mi ensarte de cuentos novedosos. Con esto estoy demostrando que en Literatura hago lo que me da la gana” (P. 8).
   “Katana, la diosa hermosa del Bejucal”, es un cuento fantástico y en él se conjugan la mitología grecolatina con los mitos más comunes de la cotidianidad local. El escritor escribe sobre experiencias vividas, con intenso acierto de criticidad al sistema, sin dejar lugar al lector para la imaginación, es muy directo. Sus personajes están bien caracterizados, hechos tal cual como los construyó el vulgo y sus ignorancias, con sus creencias, sus costumbres, vicios y en el caso de los políticos, la insaciable sed de riqueza mal habida. La escritura es una sátira contra la cultura de los políticos, con sus poderes y con sus debilidades, hacer riqueza de manera fácil a costa de la demagogia, la miseria y la mentira. Pero como la gente cree en ellos, por eso es una realidad su existencia.
   Entonces, ¿quién es Katana? ¿Cuáles son sus hijos y por qué los políticos cumplen la función más perversa?
   El cuento Katana… está cargado de epítetos que tratan de descalificar a los políticos a quienes llama: mentirosos, incumplidores, corruptos y corruptores, faraónicos y muchos otros calificativos… que usted como lector o lectora razonable y consciente puede imaginar, todos negativos. Katana… es una denuncia fiel de la realidad que vive el país. 
   De esa generación producto del vientre de la diosa Katana: las brujas, los zánganos, los bacás, las ciguapas y los políticos, estos últimos, que el autor denomina “políticos mediocres” (P. 14) son el móvil de este trabajo. Pues lo considero digno de resaltarlo, y porque creo, que reúne las más diversas cualidades y caracteriza a la persona que vive de la política. No sólo del político común incluso, el político de cuello blanco, a quienes considera: asesinos, egoístas, ladrones, calumniadores, falsos, perversos, tramposos, traidores, violadores, ignorantes. Véase el fragmento: 
“Los últimos descendentes directos de la Diosa Katana, fueron los políticos. Ella terminó desheredándolos y excomulgándolos por la manera horrible con que actuaban. Constituyen la parte más negativa de la Diosa. Por eso ella se metió en miedo, se preparó para no fecundar peores hijos. Pero de seguro que no iba a tener peores. De todas maneras, con ellos pasó al Libro Guinnes, los políticos fueron más que guruses propiciadores de la descomposición humana. En ellos convergen todos los puntos crueles que hay en los demás hijos de la Diosa Katana. Puedo demostrárselo. Hay políticos brujos porque ejercen la brujería o porque la buscan en el interés de concretar candidatura. Son los chupadores profesionales de la sangre del pueblo. Lo van dejando anémico, examine, desnutrido, vacío, esquelético. Le sacan el corazón, las tripas. Los huesos se los roen o ruyen. 
   También las hay hembras. Imagínese una política meretriz. Que no es lo mismo que una ramera política. Están en algunas posiciones claves. Otras llegan a legisladoras. Pero aún en esas posiciones, jamás tienen capacidad para comerse a los hijos de papi y de mami, tienen que recurrir a los hijos de los pobres, ineludiblemente. Los políticos leen tazas, palmas de la mano, barajas, tiran guanguá. Se guindan su amuleto. Resguardo. Visitan el Barón del Cementerio. Entierran botellas en cruces de caminos y todo cuanto se pueda hacer con tal de alcanzar un puesto desde donde victimar colectivamente. 
   Los que tienen su parte de zángano sí que son peligrosos. Esos no marcan treguas. Acaban con todo en un parpadear. Entran a los cargos, flacos como perros viralatas que tienen que arrinconarse para ladrar y a los tres meses ya tienen petaca, buche, pescuezo de búfalo, camisas gaveteras, trajes, mansiones, yipetas, fincas de lujo. Todo conseguido en fracción de segundo. Porque todos se hacen de todo, pero algunos dilatan el plazo. Son menos ñames.
   Está demás sacar a relucir el aspecto bacá de los políticos. Mangrinos puros. Se roban entre sí. Se traicionan. Se matan. Se chismean. Son rompe huesos. Sacadores de vísceras, estranguladores. Carnívoros, azarosos. Y en lo que respecta al aspecto ciguapa, ¡Ay papá! Hay unos políticos pariguayos. Con el monte en la cabeza. Que no saben vestirse. Que no limpian zapatos. Que tienen la dentadura color limo. Que cuando respiran dan la impresión que están defecando por la boca. Que usan unos sacos hasta las rodillas. Con corbatas chillonas y mal puestas. Con correa fuera de algunas trabillas. Con fundillos prolongados y huérfanos de léxico. Ahora mismo, esos son los que más abundan.
   Los políticos, al ser la sumatoria en todas las características negativas de los demás hijos de la Diosa Katana, pues son gorrones, arpías, afrenta de su madre. Porque la Diosa Katana, aunque era putísima, de alegre vagina, fue también buena en extremo…”
                            “Katana, la diosa hermosa del Bejucal”, fue sacado del libro de cuentos, Los fantasmas andan sueltos. Autor: José Roberto Fernández Ramírez. 

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