Improbable ejecuciòn en el caso de la muerte del Oficial de FAD

 


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EL AUTOR es un exmayor de la Policia, asesor de seguridad. Reside en Santo Domingo.

POR CESAR ORTEGA

En los últimos días el país se ha hecho eco, a través de los medios de comunicación, del lamentable homicidio de un Oficial Superior de nuestra gloriosa Fuerza Área República Dominicana. Se trata del Teniente Coronel Ramón Israel Rodríguez Cruz FARD, muerto por una patrulla policial.

El caso es muy triste pues los familiares del fallecido pasan la festividad navideña con una situación de tristeza infondable. Además,  el país pierde unos de sus mejores pilotos.

La lamentable tragedia ha generado un debate ya que  familiares y amigos del extinto, incluso un exsenador de la República, sostienen la hipótesis de que el Oficial Superior fue ejecutado.

Para determinar las reales causas del hecho fue creada una comisión mixta integrada por oficiales de alto nivel de ambas instituciones.

El debate en torno al caso continúa; ahora bien ¿hubo una ejecución o los integrantes de la patrulla policial actuaron correctamente?.

Analicemos fríamente los hechos con la información que hemos obtenido través de los medios de comunicación.

PRIMERO:

El hecho, según la versión oficial,  ocurrió cerca de las 4:30 de la mañana.  De inmediato debemos saber, en cuál  o cuáles condiciones andaba el oficial superior a esas horas, en pleno toque de queda.  La respuesta a esta interrogante es importante para poder determinar el comportamiento tanto del Piloto, segundos antes de ser alcanzado por los disparos que segaron su vida, al manipular un fusil automático así como también el accionar de los integrantes de la patrulla Policíal.  No estamos afirmando nada que pueda manchar el buen nombre del miembro de la FARD. Quien escribe carece del análisis forense en este caso,  un examen toxicologico post mortem que determine si el hoy occiso estaba bajo los efectos de alguna sustancia, alcohol en este caso, puesto que es lo más común y lo legalmente permitido.  (Con esto descartamos otro tipo de sustancias; no estamos diciendo que anduviera borracho. Es posible que no, pero su comportamiento posterior es dudoso).

SEGUNDO:

En un vídeo se ve la patrulla supuestamente dando seguimiento al oficial. Ahora bien, no tiene nada de extraño que una patrulla policial debidamente rotulada trate de interpelar cualquier ciudadano que transite a altas horas de la noche en pleno toque de queda. Esa acción habla claramente del compromiso y dedicación de los agentes de la Policía Nacional, arriesgando sus vidas ante  cualquier situación para tranquilidad de todo el pueblo.

TERCERO:

En otro video se ve claramente al fenecido piloto manipular su fusil y a seguidas se escuchan varios disparos para posteriormente caer al suelo mortalmente herido.  Ahora bien, recordemos que fue la propia patrulla quien hizo el vídeo al cual hacemos alusión.  Cabe entonces formularnos una pregunta: por qué alguien que va a cometer un crimen o delito filmaria algo que luego podría ser usado en su contra.

Sin lugar a dudas la patrulla policial actuó correctamente ante la situación que se le presentó. Es doloroso para algunos escuchar esto, pero en cualquier país del mundo la Policía hubiera actuado de igual forma.  Además,  el vehículo del Oficial no estaba rotulado y la unidad de la Policía sí lo estaba.

El oficial no se identificó como miembro de la FARD y, peor aún, manipula un fusil automático frente a una autoridad legítimamente facultada para prevenir y perseguir el delito.

Otra cosa es el tiempo transcurrido desde que el Coronel manipulara su fusil y recibiera los impactos de balas (fueron sólo unos segundos). Hay que suponer entonces que el Policía que le realizó los disparos ya tenía su arma de reglamento en mano a la vista del oficial caído, cuando éste manipuló su fusil.

Esta es la razón por la cual es imperativo saber cuál era el estado del occiso, pues lo lógico era,  ante una patrulla correctamente uniformada, la unidad policial debidamente rotulada y frente a su propia residencia, identificarse tranquilamente levantando sus dos manos hasta que los patrulleros comprobaran la autenticidad  del documento de identificación.  De haber actuado así, es casi seguro que la patrulla se habría disculpado con el caballero oficial y nada habría pasado.

No hubo ejecución, mucho menos muerte por encargo.  El malogrado oficial no tenía elevadas funciones que ameritaran que él anduviera con escoltas.  Cualquier atentado en su contra pudo haber sido planificado con éxito en otro escenario, digamos al detenerse en un semáforo al salir de su casa. De algo podemos estar seguros: los sicarios no le iban a dar la oportunidad de salir de su vehículo y mucho menos manipular un fusil.

Es este caso hubo una lamentable situación que pudo haberse evitado, sólo con que el coronel se identificara y saliera sin arma en mano a desafiar la autoridad que lo interpelaba.

Por último,  la Policía Nacional debe procurar seguir la rutina de filmar sus actuaciones, para evitar injusticias a sus agentes o hacer que caiga todo el peso de la ley en ellos si la actuación fue en violación a lo establecido en el reglamento.


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