Muere expresidente Carlos Menem, icono del ultraliberalismo argentino

 


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Carlos Menem

BUENOS AIRES.- Carlos SaĆŗl Menem (Anillaco, 1930), presidente de Argentina entre 1989 y 1999, muriĆ³ este domingo 14 de febrero en Buenos Aires a los 90 aƱos, vĆ­ctima de una infecciĆ³n que se complicĆ³ por problemas cardĆ­acos “de base”.

Menem sucediĆ³ en el cargo a RaĆŗl AlfonsĆ­n y liderĆ³ el regreso del peronismo al poder tras la reinstauraciĆ³n de la democracia.

El paĆ­s se encontraba entonces sumido en una grave crisis econĆ³mica marcada por la hiperinflaciĆ³n, que Menem resolviĆ³ aplicando las polĆ­ticas ultraliberales surgidas del Consenso de Washington. Impuso la convertibilidad uno a uno entre el peso y el dĆ³lar e iniciĆ³ un profundo proceso de privatizaciones. La economĆ­a argentina creciĆ³ hasta 1998, mientas incubaba los desequilibrios que terminaron con la debacle del corralito en 2002. Menem muriĆ³ siendo senador, cargo que le permitiĆ³ eludir las condenas de cĆ”rcel que tenĆ­a por corrupciĆ³n.

Los argentinos recuerdan a Menem con devociĆ³n o desprecio, como padre de una gran transformaciĆ³n que liderĆ³ con talla de estadista o como gestor de una catĆ”strofe. Aquellos que lo defienden recuerdan los aƱos sin inflaciĆ³n, la inversiĆ³n en infraestructura y la modernizaciĆ³n de los servicios pĆŗblicos por la vĆ­a de las privatizaciones. La paridad del peso con el dĆ³lar convirtiĆ³ a los argentinos en turistas de primera clase y los productos importados inundaron el mercado. Eran los tiempos de “Argentina primer mundo” y de “relaciones carnales” con Estados Unidos, como alguna vez las definiĆ³ el canciller de entonces, Guido Di Tella.

“Los noventa” fueron pronto sinĆ³nimo de menemismo, un movimiento que acomodĆ³ el peronismo a la ola ultraliberal de la dĆ©cada. Sus detractores, en cambio, ven en Menem el cierre de miles de empresas, niveles de pobreza y desempleo rĆ©cord y, sobre todo, la implantaciĆ³n de la corrupciĆ³n como forma de hacer polĆ­tica. El “menemismo” fue para este grupo el “menemato”, una alusiĆ³n a las raĆ­ces Ć”rabes del mandatario.

Menem habĆ­a ganado las elecciones en 1989 como un caudillo del interior que prometĆ­a la “revoluciĆ³n productiva” enfundado en un poncho norteƱo y con largas patillas. Pero el caudillo pronto afeitĆ³ sus patillas y cambiĆ³ el poncho por trajes Armani. Y descolocĆ³ al peronismo. Hizo alianza con los sectores mĆ”s conservadores del partido y nombrĆ³ en su Gobierno a figuras de la derecha tradicional. El peronismo progresista pronto rompiĆ³ con Ć©l y le hizo la guerra. Pero la bonanza econĆ³mica frenĆ³ las revueltas internas. Menem sellĆ³ un pacto con el radical RaĆŗl AlfonsĆ­n para introducir la reelecciĆ³n en la ConstituciĆ³n y en 1995 repitiĆ³ mandato. Su segundo periodo puso en evidencia el agotamiento lento pero imparable del modelo de convertibilidad.

Durante su Gobierno, Menem privatizĆ³, entregĆ³ en concesiĆ³n o disolviĆ³ 66 empresas del Estado. La venta de “las joyas de la abuela” mĆ”s el endeudamiento externo inundaron de dĆ³lares el mercado. La corrupciĆ³n fue la marca de los tiempos. Se acuĆ±Ć³ entonces la frase “roban pero hacen”, como oposiciĆ³n a los radicales, tipos que los peronistas consideraban honestos pero faltos de habilidad para el poder. Fueron tambiĆ©n aƱos de “pizza con champĆ”n”, porque el menemismo tuvo su propia estĆ©tica, hija de los negocios fĆ”ciles y las riquezas rĆ”pidas. El personaje en la Casa Rosada compensaba con carisma y una gestiĆ³n de vĆ©rtigo la sensaciĆ³n de que algo no andaba bien. Menem jugaba al fĆŗtbol, pilotaba aviones, conducĆ­a autos de carreras y forjaba fama de playboy. En una ocasiĆ³n ordenĆ³ cerrar al trĆ”nsito quinientos kilĆ³metros de autopista para conducir a toda velocidad un Ferrari que acaba de recibir como regalo de un apostador. “El Ferrari de Menem” es otra foto imborrable en la memoria popular.

La vida personal de Menem fue parte inseparable de la polĆ­tica de entonces. Apenas asumiĆ³ el cargo, el presidente expulsĆ³ de la residencia oficial a su esposa Zulema Yoma y a sus dos hijos, que lloraban ante las cĆ”maras de televisiĆ³n. El 15 de marzo de 1995, otro incidente familiar se convirtiĆ³ en un asunto de Estado: su hijo Carlos muriĆ³ en un accidente de helicĆ³ptero a los 26 aƱos.

Zulema Yoma sostuvo siempre que se tratĆ³ de un atentado, hipĆ³tesis que Menem terminĆ³ por aceptar aƱos mĆ”s tarde. Fue tambiĆ©n durante el menemismo que Argentina viviĆ³ los dos Ćŗnicos atentados terroristas de su historia: el que destruyĆ³ la Embajada de Israel en 1992 y la mutual judĆ­a Amia en 1994. Argentina carga aĆŗn con las esquirlas de esos ataques no resueltos.

En 1998, cuando la economĆ­a se derrumbaba, Menem intentĆ³ ser candidato por tercera vez, pero no pudo sumar apoyos para modificar otra vez la ConstituciĆ³n. El peronismo perdiĆ³ finalmente las elecciones ante una alianza de radicales, liderados por Fernando de la RĆŗa, y peronistas de izquierda encolumnados tras Carlos Ɓlvarez. La alquimia durĆ³ poco y todo terminĆ³ en la crisis de 2002. Menem sumaba, mientras tanto, problemas judiciales. En 2001, un juez le sometiĆ³ a prisiĆ³n domiciliaria por traficar armas hacia Ecuador y Croacia pese a los embargos de la ONU. El expresidente estuvo encerrado cinco meses, acompaƱado de su flamante esposa, la ex Miss Universo chilena Cecilia Bolocco.

En 2003, Menem intentĆ³ ser presidente una vez mĆ”s, pero cayĆ³ ante NĆ©stor Kirchner. Se refugiĆ³ en su provincia natal, La Rioja, que lo recompensĆ³ con una banca en el Senado. CoqueteĆ³ con el macrismo y luego apoyĆ³ al kirchnerismo en el Congreso. Los fueros como senador le evitaron la cĆ”rcel y muriĆ³ en libertad, ocupando su escaƱo hasta el Ćŗltimo dĆ­a.

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